Varios
alimentos son productos tipo espuma o tipo emulsiones. Estos sistemas dispersos
son inestables a menos que estén presentes sustancias anfifílicas en la
interfase. Las proteínas al ser moléculas anfifílicas, pueden llevar a cabo la
estabilización al migrar espontáneamente a la interfase aire-agua o a la
interfase agua-aceite puesto que su energía libre es menor en la interfase que
en la zona acuosa. Las proteínas en la interfase forman películas altamente
viscosas porque se concentran en esa zona y confieren resistencia a la
coalescencia de las partículas de la emulsión durante el almacenamiento y el
manejo, lo que no puede lograrse cuando se emplean surfactantes de bajo peso
molecular; por esta razón las proteínas son ampliamente utilizadas para este
propósito.
Las
propiedades de actividad superficial de las proteínas no dependen sólo de la
relación hidrofobicidad/hidrofilicidad, sino de la conformación de la proteína.
En ellos se debe considerar la relación de la estabilidad/flexibilidad de la
cadena polipeptídica, la adaptabilidad a los cambios en el medio ambiente así
como los patrones de distribución de los grupos hidrofílicos e hidrofóbicos en
la superficie de la proteína.
Las
proteínas presentan en su superficie activa tres atributos deseables: (a) capacidad
para adsorberse rápidamente en una interfase, (b) capacidad para desplegarse
rápidamente y reorientarse en una interfase y (c) capacidad aún en la interfase
para interactuar con moléculas vecinas y formar películas viscoelásticas. Un
ejemplo del primero de ellos es la formación de una espuma y emulsión estables
durante el batido o la homogeneización debido a la adsorción espontánea y
rápida de las proteínas a la nueva interfase. Esto depende de las zonas
hidrofóbicas e hidrofílicas en la superficie: si el número de zonas
hidrofóbicas es alto y están distribuidas como parches con suficiente energía
para interactuar, la adsorción espontánea hacia la interfase será más probable
(figura e.ii.1). El número de segmentos peptídicos (componentes de una proteína)
anclados en la interfase depende, en parte de la flexibilidad de la molécula:
las moléculas altamente flexibles, como las caseínas, pueden realizar
rápidamente cambios conformacionales, lo que a su vez facilitará la adsorción
de nuevos polipéptidos, contrario a lo que ocurre con proteínas globulares más
rígidas como la lisozima y las proteínas de soya. Para estabilizar una
emulsión, los dominios hidrofóbicos de la proteína deben orientarse hacia la
fase oleosa. La facilidad con la que la proteína se despliegue (por ejemplo,
desnaturalice) para exponer sus dominios hidrofóbicos afectará sus propiedades
emulsificantes.
En
una interfase, las cadenas polipeptídicas asumen una o más de las tres
diferentes configuraciones siguientes: lineal, lazos y colas (figura e.ii.2).
Las lineales están en contacto directo con la interfase, en tanto que las colas
y lazos están suspendidos u orientados hacia la fase acuosa. Mientras más
segmentos lineales haya, más fuerte es la unión y se disminuye la tensión
interfacial.
La
fuerza mecánica de una película de proteína en una interfase depende de las
interacciones de cohesividad intermolecular, que pueden ser interacciones
electrostáticas, puente de hidrógeno e interacciones hidrofóbicas.
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